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Contaré una “historia”; sobre mi hija, para “reflejar” uno de los estadios de Kolgberg.
Mi hija de cuatro años, es muy preguntona, bastante diría yo. Y cuando no la podemos atender mi marido y yo empieza a trastear en la habitación sacando todo de su lugar, total que me deja la habitación revuelta y luego no la coloca.
Pues bien la propuse un trato: la dije que si recogía todos los juguetes ahora mismo en el instante en el que se lo estaba diciendo, la recompensaría y le haría una tarta de chocolate, sí de esas que tanto le gustaban.
Y ella me preguntó: ¿Y si no lo quiero recoger, también me darás la tarta de chocolate?:
Y yo por supuesto la dije que no, que tendría que recoger su habitación porque era su obligación y que yo además a cambio la daría una tarta de chocolate por haber cumplido con su obligación, de lo contrario, de no recogerla la dije que la castigaría sin ver los dibujos animados.
A las dos horas más o menos, terminé los quehaceres de la casa y me acerqué al cuarto de mi hija para comprobar que había recogido la habitación.
Pero no fue así no la recogió.
Yo me enfadé y la dije que no probaría ni un bocado de la tarta de chocolate que había hecho.
Ella no se lo creía, la hice ir a la cocina donde mi marido y yo nos estábamos comiendo la famosa tarta de chocolate.
Y nos la comimos delante de ella.
Sobró un cacho. Se lo enseñamos y la dijimos que si hubiera recogido la habitación hubiera probado la tarta, pero como no fue así le dimos el trozo que sobró al perro.
La niña lloró y corriendo se fue a su habitación a ordenarla.
Pero ya era tarde.
Se había quedado con las ganas de la tarta y ver los dibujos animados.
Al día siguiente la escena se volvió a repetir.
Cuando terminé los quehaceres de la casa acudí a la habitación y para mi sorpresa estaba impecable todo recogido.
Así que, no me quedó más remedio que recompensar a mi hija comiendo la tarta de chocolate que tanto la gustaba y viendo los dibujos animados.
Así la niña asoció, que si cumplía con la tarea que se le mandaba se la recompensaba y si por el contrario desobedecía, sería castigada.
Desde aquí, asoció el bien y el mal con las recompensas.
Así cada vez que se repite la escena de la habitación desordenada, pocas veces la deja sin ordenar, pues sabes que luego será castigada y ella quiere ser recompensada.
NOTA:
*Este pequeño “relato” está basado en el estadio 1 del nivel 1 de Kolgberg.